domingo, 5 de octubre de 2008

Hacia un Ministerio de Cultura


Roberto Bustamante Vento

La idea de un Ministerio de Cultura es sugerente y el llamado del presidente García es positivo: que se discuta públicamente qué se entiende por reivindicación del pasado y promoción de las artes, que se levanten opiniones sobre la relación entre esta promoción y las distintas nuevas (y viejas) industrias que podrían ganar mayor protagonismo y que se genere un consenso entre distintas posiciones académicas, ideológicas o partidarias. El problema está que han pasado ya más de dos meses y ese debate no se ha dado. No ha habido convocatoria pública a discutir lo que significaría ese nuevo ministerio y son pocas las columnas de opinión sobre el asunto. Son varios los temas:

1] El presupuesto. Como se sabe, nos encontramos en un contexto de progresivo corte de gastos públicos, donde además a "la cultura" se le ve todavía como un gasto y no una inversión (por lo menos para la gente del famoso Sistema Nacional de Inversión Pública). Va a ser difícil que este panorama cambie a corto plazo.
2] La relación tirante con turismo. Es conocido el interés de los operadores de turismo por tener mayor injerencia sobre "la cultura" (gestión de restos arqueológicos, patrimonio inmueble) y el INC poco ha hecho para defender su sector. ¿Cómo será la relación entre ambas carteras cuando exista Cultura?
3] Protección, conservación e investigación del patrimonio histórico. Aquí, la posición del INC ha sido endeble y tampoco ha defendido su jurisdicción (como en el proceso a la U. de Yale) o de débil respuesta (como con las expresiones del alcalde Castañeda con respecto al papel del INC en la construcción del anillo vial San Marcos).
4] Relación entre cultura, sociedad y desarrollo. Aquí el tema requiere una discusión que involucre a las universidades, los gobiernos regionales y locales, las organizaciones de la sociedad civil y representantes del sector empresarial. En los últimos años, el manejo y gestión de "la cultura" se ha hecho desde la esfera privada (coleccionistas, emprendedores culturales, fundaciones). Eso ha generado, entre otras cosas, que archivos que son parte del patrimonio histórico de la nación se encuentren en instituciones privadas con el argumento de que "ellos pueden cuidarlo mejor que el Estado", o actitudes (como las vistas con el polémico Museo de Arte Contemporáneo) de enfrentar profesionales de la cultura que "saben" con ciudadanos que "no saben", cuando de lo que se trata es de articular fuerzas en un mismo destino. Cambiar todos estos sentidos comunes implica la definición y delimitación del rol que le compete a cada actor dentro de las políticas culturales. También la promoción de consensos.
Experiencias en otros países muestran cómo la construcción de institucionalidad y articulación de actores sociales ha permitido convertir la cultura en un factor de desarrollo económico y de mejora del bienestar social. Queda en manos del INC hacer una convocatoria al debate público, con representantes de los distintos sectores que puedan terminar en acuerdos y no en la reproducción de la situación presente.

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